¿Pueden los productos sanitarios sustituir a los medicamentos?
En primer lugar, los productos para la salud son complementos alimenticios, no medicamentos. Sus estándares de producto son bajos, sus ingredientes son complejos y son difíciles de supervisar. La dosis y la calidad de las distintas "hierbas naturales" añadidas al producto no han sido verificadas y pueden producir efectos secundarios inesperados o incluso dañar la salud. Las personas mayores deben considerar esto cuidadosamente al elegir productos para el cuidado de la salud.
En segundo lugar, la mayoría de los productos para el cuidado de la salud afirman tener efectos milagrosos para retrasar el envejecimiento o mejorar la función, pero todos estos anuncios son exageraciones y no han sido confirmados por ninguna organización autorizada. Sólo los medicamentos requieren ensayos clínicos rigurosos para verificar su eficacia, no los productos sanitarios. Las personas mayores deben comprender esta diferencia y no deben ser elogiadas como verdaderas mediante eslóganes publicitarios.
Además, por mucho que se promocionen, los productos sanitarios no pueden sustituir el tratamiento farmacológico clínico. Si tiene una enfermedad, debe elegir un plan de tratamiento estandarizado en lugar de simplemente seguir anuncios y elegir productos para la salud. Incluso si los productos para el cuidado de la salud son inofensivos, sus efectos son extremadamente limitados y no pueden curar realmente la enfermedad. Esta comprensión también es fundamental.
Finalmente, el precio de los productos para el cuidado de la salud suele ser extremadamente alto, pero el costo es muy bajo. Un precio alto simplemente crea una imagen de alta gama, no un producto eficiente o de alta calidad. Como consumidores, las personas mayores deberían juzgar el producto de forma racional en lugar de dejarse engañar por precios elevados o envases lujosos.
En definitiva, las personas mayores deben ser escépticas y racionales a la hora de elegir productos sanitarios. Tenga en cuenta problemas como bajos estándares de productos, supervisión laxa, publicidad exagerada, precios escandalosos y dificultad para verificar la eficacia. Los productos sanitarios no son equivalentes a los medicamentos clínicos y no pueden sustituir el tratamiento médico. Saber esto le ayudará a evitar ser estafado. De hecho, el efecto de la mayoría de los productos para la salud es sólo un efecto placebo, no un efecto farmacológico real. De hecho, el juicio racional puede ayudar a las personas mayores a vivir una vida larga y saludable.