Resistencia a la lactamasa
Todos los antibióticos betalactámicos tienen un anillo betalactámico. La eficacia de estos antibióticos depende de su capacidad para alcanzar y unirse intactas a las proteínas fijadoras de penicilina. Por tanto, las bacterias tienen dos formas de resistir a los antibióticos betalactámicos.
El primer método de resistencia consiste en utilizar enzimas para hidrolizar el anillo β-lactámico. Al producir enzimas como la beta-lactamasa, las bacterias pueden desatar el anillo beta-lactámico de los antibióticos, haciendo que el antibiótico sea ineficaz. Los genes de estas enzimas pueden estar presentes en el propio cromosoma bacteriano o pueden adquirirse mediante intercambio de plásmidos. Su expresión genética puede comenzar después de la exposición a antibióticos. La producción de beta-lactamasa por parte de bacterias no significa que cualquier antibiótico betalactámico sea ineficaz. A veces, los antibióticos betalactámicos se pueden usar simultáneamente con inhibidores de betalactamasa. Sin embargo, piense detenidamente antes de usar antibióticos betalactámicos contra cualquier bacteria sospechosa de producir betalactamasas. En particular, el uso de antibióticos betalactámicos puede hacer que las bacterias produzcan betalactamasas. Si se utilizan antibióticos betalactámicos al inicio del tratamiento y conducen a la producción de betalactamasa, será muy difícil utilizar otros antibióticos betalactámicos más adelante.
El segundo método de resistencia cambia la estructura de la proteína fijadora de penicilina. Los antibióticos betalactámicos se unen débilmente a estas proteínas de unión a penicilina, por lo que los antibióticos betalactámicos no pueden dañar la pared celular bacteriana. Staphylococcus aureus resistente a la meticilina utiliza este método para resistir los antibióticos betalactámicos. Este medio de resistencia también excluye por completo el uso de antibióticos β-lactámicos para el tratamiento.