¿Qué causa la pericarditis aguda en los recién nacidos?
La pericarditis aguda suele formar parte de una enfermedad sistémica. La principal causa primaria de pericarditis aguda en los recién nacidos es la sepsis. En la infancia, a menudo es causada por neumonía, empiema y sepsis. En los 4 a 5 años, es causada principalmente por fiebre reumática, tuberculosis e infección purulenta.
Las bacterias patógenas más comunes son Staphylococcus aureus, y también son comunes Pneumococcus, Streptococcus y Escherichia coli.
La pericarditis viral, también conocida como pericarditis idiopática, es más común en niños y está causada por el virus coxsackie, el virus de la influenza, el echovirus, el adenovirus y el virus de la hepatitis B.
Los niños mayores refieren una sensación de hormigueo o presión en la zona precordial, que se agrava al tumbarse y se alivia al sentarse e inclinarse hacia adelante. El bebé está irritable e inquieto. Además de síntomas como fiebre, tos y disnea, durante la auscultación se pueden escuchar sonidos de fricción pericárdica. Cuando el derrame pericárdico aumenta repentinamente, pueden aparecer síntomas de taponamiento cardíaco y el corazón no puede contraerse ni relajarse normalmente, lo que provoca una serie de síntomas graves.
El derrame pericárdico puede causar mareos, dificultad para respirar y congestión; una gran cantidad de derrame pericárdico comprime el nervio laríngeo recurrente o el esófago, provocando afonía o dificultad para tragar; El pulso apical es débil y los ruidos cardíacos distantes.
El examen de rayos X muestra que la sombra del corazón tiene forma de pera o de matraz, y los arcos curvos normales de los bordes izquierdo y derecho del corazón desaparecen. El examen del electrocardiograma muestra principalmente bajo voltaje del QRS y cambios en el segmento ST y la onda T. La ecocardiografía puede detectar si hay derrame pericárdico y determinar la cantidad de derrame.
A la hora de diagnosticar esta enfermedad se debe excluir sepsis, neumonía, empiema, fiebre reumática y tuberculosis, además de identificar pericarditis de diversas causas.
Pericarditis que se presenta en la tuberculosis, el endocardio no se ve afectado, no se escucha ningún soplo y suele producirse gran cantidad de exudado turbio de color amarillo o sanguinolento.
La pericarditis reumática siempre va acompañada de síntomas de carditis, se puede escuchar un soplo cardíaco orgánico y la cantidad de exudado es pequeña, por lo que no es necesaria la pericardiocentesis.
La pericarditis supurada no sólo provoca síntomas de derrame pericárdico, sino que también provoca síntomas de sepsis sistémica, o puede complicarse con neumonía y empiema. Los hemocultivos suelen ser positivos.
La pericarditis viral aguda suele coexistir con una infección viral y también puede afectar al miocardio, siendo los síntomas principales fiebre, dolor precordial y disnea. La enfermedad es autolimitada, dura varios meses y el pronóstico en general es bueno.
Esta enfermedad debe tratarse según la causa.
Los pacientes deben descansar en cama; tienen dificultad para respirar en posición semi-recostada y proporcionar oxígeno; el dolor torácico debe tratarse sintomáticamente con aspirina, fosfato de codeína e inyección de morfina si es necesario.
La pericarditis supurada se debe infundir por vía intravenosa con una gran cantidad de antibióticos que sean compatibles con las bacterias patógenas lo antes posible y, por lo general, se debe realizar una combinación de dos antibióticos cada 1 o 2; También se pueden utilizar enjuagues con solución salina fisiológica durante varios días para drenar el pus.
La pericarditis tuberculosa debe tratarse con antituberculosos. Si es necesario, se debe realizar una pericardiocentesis para eliminar el exudado y aliviar los síntomas.
La pericarditis reumática se trata según los principios del tratamiento de la fiebre reumática. Generalmente, no es necesario extraer líquido y el derrame pericárdico puede resolverse por sí solo.
Cuando se produce derrame en los tres tipos de pericarditis anteriores, se debe añadir hormona adrenocortical (por vía oral o local en la cavidad pericárdica) para favorecer la absorción del exudado o pus.
Cuando se produce un taponamiento cardíaco, se debe realizar un rescate de emergencia y realizar una pericardiocentesis o pericardiotomía y drenaje para asegurar la contracción y relajación normales del corazón.
El cuidado cuidadoso no es menos que el tratamiento farmacológico. Se debe garantizar el descanso, suministrar suficientes proteínas y vitaminas y mantener el equilibrio de líquidos corporales. Los niños gravemente enfermos deben recibir múltiples transfusiones de sangre de pequeño volumen para mejorar la resistencia del cuerpo.