¿Qué pasó para que dejaras de comer ciertos alimentos?
Pero qué grande es el amor maternal, no lo podía soportar, quería comerlo, así que durante la siguiente semana compraba manitas de cerdo, cocinaba manitas de cerdo, pescaba manitas de cerdo, cocinaba manitas de cerdo. manitas, y beber sopa de manitas de cerdo. No puedo tirar esta última manita de cerdo. Al fin y al cabo, la virtud china me obliga a convertirlas en manitas de cerdo estofadas, manitas de cerdo en salsa, manitas de cerdo agridulces..., y luego me convertí en manitas de cerdo.
2. Tomates, Dios sabe cuánto me gustaban los tomates. Puedo comer muchos tomates crudos y beber mucha sopa de tomate y huevo. Los huevos revueltos con tomate son simplemente uno de esos platos insustituibles a la hora de salir a cenar. ¿Por qué ya no me gustaban? O porque iba a tener un bebé y necesitaba comer cuando estaba embarazada, y mi madre, sí, mi propia madre, me preparaba un gran plato de sopa de tomate y huevo todas las noches sobre las once. Ella dijo, esto no es sólo para mí sino que también puede dar leche. Sospeché seriamente que lo hacía sólo por conveniencia, así que durante un mes seguido, mi querida madre me traía un plato caliente de sopa de tomate fresco y huevo a las 11 de la noche. Por cierto, habrá un poco de sopa de pepino y huevo y sopa de lufa y huevo mezcladas, pero la sopa de tomate y huevo es la fuerza principal, lo que me lleva a tener un miedo inexplicable a los tomates y la sopa de tomate y huevo.