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Escuché que los pacientes con enfermedad del hígado graso son propensos al cáncer colorrectal. ¿Existe tal cosa?

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Con la occidentalización de la dieta de las personas, se consumen cada vez más alimentos ricos en grasas y la incidencia del hígado graso también está aumentando. La enfermedad del hígado graso no sólo causa síndrome metabólico, sino que también aumenta la incidencia de cirrosis y cáncer de hígado. Según una investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad China de Hong Kong, el 35% de los pacientes con hígado graso también padecen pólipos colorrectales benignos, lo que puede aumentar el riesgo de cáncer colorrectal.

Por un lado, los pólipos colorrectales graves son lesiones precancerosas del cáncer colorrectal. Por otro lado, el hígado graso en sí es causado por la ingesta excesiva de grasa animal y carnes rojas, lo que aumenta la acumulación de ácidos biliares en el intestino, dando lugar a la aparición de cáncer de hígado. En los últimos años, la incidencia del cáncer colorrectal ha ido aumentando en mi país. Los datos publicados por la Asociación China contra el Cáncer muestran que la tasa de incidencia de cáncer colorrectal en mi país aumenta año tras año a una tasa de 4,71, superando con creces el nivel internacional de 2. Por lo tanto, se recuerda a los pacientes con enfermedad del hígado graso que tengan especial cuidado.

El cáncer colorrectal descubierto clínicamente incluye el cáncer de colon y el cáncer de recto. Si se diagnostica a tiempo y se trata con prontitud, la tasa de curación es muy alta. Por lo tanto, la colonoscopia periódica y las pruebas de marcadores tumorales definitivamente ayudarán a detectar la enfermedad lo antes posible. Se recomiendan colonoscopias periódicas para personas mayores de 40 años.

Si notas un cambio en los hábitos intestinales, sangre ocasional en las heces y síntomas como dolor abdominal, pérdida de peso, fatiga, etc., debes acudir al hospital a tiempo para evitar un diagnóstico erróneo de hemorroides. , disentería crónica, enteritis crónica y otras enfermedades, y retraso en el diagnóstico y tratamiento.

Para prevenir el cáncer intestinal debemos empezar por la dieta, reducir la ingesta de grasa animal y carne, comer más frutas y verduras y aumentar la ingesta de alimentos con fibra cruda, como cereales integrales, avena, cereales negros. pan, verduras, frutas, apio, soja, setas, hongos, algas, zanahorias, zumo de manzana, etc. Al mismo tiempo, debemos evitar comer en exceso, llevar una vida normal, hacer más ejercicio, tomar más sol, dejar de fumar y limitar el consumo de alcohol. En última instancia, sólo una nutrición equilibrada y una combinación de carne y verduras pueden lograr el objetivo de una dieta saludable y la prevención del cáncer.