Este artículo analiza cómo comer de forma saludable y mantener la salud desde tres aspectos: beber, comer y beber té.
En primer lugar, beber té ligero. La cafeína rica en té puede estimular la excitación del cuerpo, que es más evidente en las personas mayores. La resistencia cardíaca de los adultos mayores ya no es la que solía ser. El consumo prolongado de té fuerte supondrá una carga adicional para el corazón e incluso inducirá y agravará diversas enfermedades cardíacas.
En segundo lugar, bebe menos té. Después de que la excitación del té llega a varios tejidos y órganos del cuerpo humano, hará que los músculos y vasos sanguíneos se tensen y contraigan en consecuencia, lo que resultará en un rápido aumento de la presión arterial. Los propios ancianos son propensos a enfermedades como la arteriosclerosis y la hipertensión. El consumo inadecuado de té puede provocar síntomas críticos como un derrame cerebral.
En tercer lugar, es recomendable beber té por la mañana. Beber té también puede afectar el sueño de las personas mayores. La emoción del té durará mucho tiempo e incluso beber té por la tarde puede provocar insomnio por la noche.
Además, al beber té, una gran cantidad de ácido tánico provocará una precipitación no digerible de proteínas alimentarias, afectará la absorción de vitaminas y oligoelementos, provocará fácilmente la desnutrición y agravará el estreñimiento habitual en los ancianos.
Un estudio reciente realizado en Estados Unidos encontró que beber una o dos copas de vino al día puede ayudar a prevenir la enfermedad de Alzheimer.
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Wake Forest en Estados Unidos dijeron recientemente en la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Geriatría en Chicago que para comprender el impacto del consumo de alcohol en la capacidad cognitiva de las personas mayores, realizó un estudio en 3.069 personas mayores. Se realizó un estudio de seguimiento de 6 años. Las personas mayores encuestadas fueron tanto hombres como mujeres, con una edad media de 79 años.
Al inicio del estudio, se determinó que 2.587 encuestados tenían capacidades cognitivas normales y 482 tenían una cognición ligeramente deteriorada. En el estudio, los investigadores observaron detalladamente el consumo diario de alcohol de los adultos mayores y consideraron otros factores que podrían afectar sus capacidades cognitivas, como si fumaban, padecían depresión y participaban en actividades sociales. Seis años después, los investigadores probaron las capacidades cognitivas de los adultos mayores.
Los resultados encontraron que si los adultos mayores con capacidades cognitivas normales bebieran una o dos bebidas al día, su riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer se reduciría en un 37% en seis años. Pero para los adultos mayores con deterioro cognitivo leve, beber cantidades moderadas de alcohol todos los días no protege contra la enfermedad de Alzheimer.
El estudio también encontró que beber demasiado alcohol por día (es decir, más de dos tragos) no solo no previene la enfermedad de Alzheimer, sino que casi duplicará el riesgo de padecer la enfermedad en 6 años.
Los investigadores explican que beber con moderación puede hacer que el cerebro libere más acetilcolina, lo que puede ayudar a las células cerebrales a comunicarse entre sí, previniendo así el deterioro cognitivo.