¿Quién no puede beber?
1. Pacientes con enfermedades hepáticas
Las personas que padecen hepatitis u otras enfermedades hepáticas deben abstenerse absolutamente de consumir alcohol, incluso cerveza con bajo contenido de alcohol, para evitar agravar la afección. Esto se debe a que el alcohol dificultará la síntesis de glucógeno hepático, provocando que la grasa de los tejidos circundantes ingrese al hígado, promoviendo la formación de hígado graso. Al mismo tiempo, en el hígado, el alcohol primero debe convertirse en acetaldehído y luego en ácido acético antes de poder continuar participando en el ciclo del ácido tricarboxílico, sufrir un metabolismo completo y finalmente oxidarse en dióxido de carbono y agua para liberar energía. En pacientes con hepatitis, la capacidad del acetaldehído para oxidarse en ácido acético en el hígado se reduce, lo que hace que el acetaldehído se acumule en el hígado. El acetaldehído es una sustancia tóxica que puede envenenar directamente las células del hígado. Por tanto, beber alcohol puede empeorar aún más la enfermedad hepática.
2. Pacientes con gastritis crónica
Los pacientes con gastritis crónica no pueden beber cerveza. Algunos ingredientes especiales de la cerveza pueden reducir o prevenir la síntesis de prostaglandina E en la mucosa gástrica, lo que hace que el ácido gástrico dañe la mucosa gástrica. Por tanto, el consumo regular de grandes cantidades de cerveza puede provocar gastritis. Para aquellos que ya padecen gastritis crónica, debido a que la mucosa gástrica ha sido dañada, si beben más alcohol, solo el ácido gástrico dañará la mucosa gástrica más rápido y agravará la afección.
3. Personas con cálculos en el tracto urinario
Las personas con cálculos en el tracto urinario no deben beber alcohol, especialmente cerveza. Anteriormente se creía que la cerveza tiene un efecto diurético y puede prevenir los cálculos en el tracto urinario. En realidad no. Los expertos médicos de la Universidad de Heidenberg descubrieron que el mosto utilizado para elaborar cerveza no sólo contiene calcio y ácido oxálico, sino también ácido guanílico, que puede favorecer la aparición de cálculos en el tracto urinario.
4. Pacientes con hipertensión arterial y enfermedades cardíacas
El alcohol, en primer lugar, excita el cerebro y estimula las emociones; en segundo lugar, dilata los vasos sanguíneos y eleva la sangre, lo que fácilmente puede causar sangre; rotura del vaso y muerte. O pueden ocurrir síntomas adversos como latidos cardíacos irregulares y taquicardia.
5. Mujeres embarazadas y niños
Si las mujeres embarazadas beben alcohol, provocará una intoxicación por alcohol en el feto, que puede provocar fácilmente malformaciones y abortos espontáneos. El mal hábito de beber alcohol a una edad temprana no sólo arruinará tus estudios, sino que también te convertirá en un alcohólico con un comportamiento anormal y fácilmente te llevará a la delincuencia.
6. Cuando estás enfadado, enfadado o triste. Cuando las personas están enojadas y enojadas, se sonrojan, se agitan, se sienten mareadas y su corazón late más rápido. Beber en este momento es como echar más leña al fuego, haciéndote perder la cabeza y cometer un gran error. Cuando despertaron, se arrepintieron. Cuando estás deprimido y triste, te sientes deprimido y triste. Beber alcohol en este momento provocará mala digestión, trastornos metabólicos y perjudicará su salud.
7. Vehículos, barcos, pilotos y personas que trabajan a gran altura
No apto para personas que se dediquen a la conducción de automóviles, conducción de barcos, conducción de aviones u operaciones a gran altura. Aún así, debes prestar especial atención al momento en que bebes, porque la naturaleza de este tipo de trabajo es más peligrosa. No hace falta decir que beber alcohol puede provocar accidentes y accidentes automovilísticos.
8. Pacientes con enfermedades oculares
Beber también puede afectar la visión: los pacientes con miopía y glaucoma no deben beber cantidades excesivas de alcohol. El metanol contenido en el vino tiene efectos secundarios tóxicos evidentes en la retina. Además, el alcohol puede afectar directamente a la retina, impidiendo que ésta produzca pigmentos visuales sensoriales, lo que resulta en una disminución en la capacidad del ojo para adaptarse a la luz. Por tanto, los pacientes con miopía y glaucoma no deben beber alcohol en exceso.