Red de conocimientos sobre prescripción popular - Conocimientos de oftalmología - Muchas enfermedades se pueden curar por sí solas.

Muchas enfermedades se pueden curar por sí solas.

Hace mucho tiempo escuché un dicho que dice que muchas personas que están gravemente enfermas no son torturadas hasta la muerte, sino "muertas de miedo" después de ingresar al hospital.

Eso suena un poco aterrador. De hecho, lo "aterrador" mencionado aquí se refiere a los diversos procedimientos de tratamiento simplificados del hospital para enfermedades graves, como diversos exámenes, radioterapia y quimioterapia, y el uso frecuente de diversos medicamentos especiales. Estos supondrán una gran presión psicológica para el paciente y no son fáciles de reparar.

Quizás sea el tratamiento rutinario en el hospital el que conduce a una recuperación lenta o incluso a la muerte prematura de los pacientes.

Ya en 1876, el libro "Un siglo de medicina estadounidense" señalaba claramente que, en comparación con el tratamiento a ciegas, los pacientes pueden recuperarse más rápido y tener tasas de mortalidad más bajas con una atención sencilla. Además, en el libro se menciona que cualquier enfermedad puede curarse por sí sola. Por ejemplo, si nos resfriamos, iremos al médico y recibiremos tratamiento. Esto es lo mismo que ignorarlo por completo y superarlo, porque hay un proceso de autocuración.

Hay otro caso interesante. En 1957, el psicólogo estadounidense Bruno Klopfer describió un caso clásico. No se esperaba que Wright, un paciente terminal con linfosarcoma, viviera más de una semana, pero rogó a los médicos que le inyectaran lo que se consideraba ampliamente un medicamento nuevo en ese momento. Según el informe, "el tumor se redujo rápidamente como una bola de nieve en la estufa" y Wright pudo levantarse de la cama y caminar el lunes incluso cuando no podía sobrevivir. Por lo tanto, Wright consideró este nuevo fármaco como un salvavidas. panacea. Pero dos meses después, Wright quedó devastado cuando la literatura científica cuestionó públicamente la eficacia real del nuevo fármaco y el cáncer regresó. Para ayudar a Wright, el médico dijo que podía proporcionar un fármaco nuevo, más puro y con eficacia garantizada, pero en realidad sólo inyectó un placebo. Pero volvió a ocurrir un milagro, el tumor desapareció y Wright disfrutó otros dos meses. Desafortunadamente, la Asociación Médica Estadounidense se equivocó: criticaron el nuevo medicamento por no tener valor en el tratamiento de tumores, por lo que Wright perdió por completo la fe en el tratamiento y murió dos días después.

Este caso nos dice que además de la posibilidad de autocuración, las personas también necesitan placebos para satisfacer sus necesidades psicológicas y así ayudarlas a curarse a sí mismas.