Manifestaciones clínicas de la toxoplasmosis

Generalmente se dividen en dos categorías: congénitas y adquiridas, siendo la infección latente la más común. Los síntomas clínicos son causados ​​principalmente por una infección aguda reciente o la activación de lesiones potenciales.

Las manifestaciones clínicas de la toxoplasmosis congénita son complejas. La mayoría de los bebés son asintomáticos al nacer, y algunos de ellos desarrollan retinocoroiditis, estrabismo, ceguera, epilepsia, retraso psicomotor o mental meses o años después del nacimiento. Como posibilidad de esta enfermedad se deben considerar las siguientes diferentes combinaciones de manifestaciones clínicas: retinocoroiditis, hidrocefalia, microcefalia, anencefalia, calcificación intracraneal, etc.

La toxoplasmosis adquirida varía en gravedad y la linfadenitis aguda es más común en huéspedes con función inmune normal y representa alrededor del 90%. Las personas con inmunodeficiencia como SIDA, trasplante de órganos y tumores malignos (principalmente enfermedad de Hodgkin, etc.) suelen tener síntomas sistémicos importantes, como fiebre alta, erupción maculopapular, mialgia, dolor en las articulaciones, dolor de cabeza, vómitos, delirio y encefalitis. miocarditis, neumonía, hepatitis, gastroenteritis, etc.

La mayoría de las toxoplasmosis oculares son congénitas y las que se observan posteriormente pueden ser causadas por la actividad de posibles lesiones congénitas. Clínicamente se observa visión borrosa, puntos ciegos, fotofobia, dolor, epífora, pérdida de visión central, etc., y pocos síntomas sistémicos. La visión mejora después de que cede la inflamación, pero la recuperación suele ser incompleta. Puede haber opacidad vítrea.