Fui a la playa y mi piel era alérgica a los rayos ultravioleta. ¿Qué debo hacer?
Todo el mundo conoce los daños que causan los rayos ultravioleta en la piel. Por eso, en primavera y verano, cuando el sol es fuerte, la gente está acostumbrada a utilizar protector solar para proteger su piel, pensando que cuanto mayor sea el SPF, más seguro será. También se sabe que el protector solar es un alérgeno importante.
Muchas personas son alérgicas a los rayos ultravioleta, y la verdadera causa de las alergias puede ser el protector solar. Debido a que el protector solar, un ingrediente esencial del protector solar, es una sustancia que fácilmente puede causar alergias en la piel, incluso marcas conocidas pueden ayudarnos a resistir los rayos ultravioleta, pero realmente no se puede decir que tenga ningún beneficio para la piel.
Entonces, las personas con piel sensible deben hacerse una prueba de alergia antes de usar protector solar y luego aplicarlo en la cara después de confirmar que no son alérgicos. Además, no creas que puedes moverte libremente bajo el sol con solo aplicar protector solar, y no creas que cuanto mayor sea el SPF, mejor. Un SPF alto significa que el contenido de protector solar agregado es alto, lo que es más probable que cause alergias. Los productos de alta gama no están garantizados porque los ingredientes del protector solar son los mismos.
Cuidados de vida:
Cuando la piel se expone a la luz solar y a los rayos ultravioleta, aparecerán erupciones en las partes expuestas como la cara, el cuello y el dorso de las manos. Según la gravedad de la reacción cutánea, se puede dividir en alergia ultravioleta de primer nivel y alergia ultravioleta de segundo nivel.
La alergia ultravioleta de primer grado se manifiesta como un eritema difuso en la piel local tras la exposición solar.
La alergia ultravioleta de segundo grado se manifiesta como enrojecimiento e hinchazón local de la piel, seguidos de ampollas o incluso ampollas, con paredes tensas de la ampolla y líquido de la ampolla de color amarillo pálido. Los síntomas subjetivos son ardor o picazón. Una vez que las ampollas se rompen, se convierten en llagas, que se secan rápidamente y forman costras, dejando pigmentación. La alergia ultravioleta muy grave puede ir acompañada de síntomas sistémicos como fiebre, dolor de cabeza, palpitaciones, fatiga, náuseas y vómitos.