Cardiotoxicidad de las antraciclinas

Las antraciclinas son conocidas por su grave cardiotoxicidad. Esta cardiotoxicidad puede ser causada por varios factores, incluidos los efectos sobre los receptores ranadina en el retículo sarcoplásmico de los cardiomiocitos, la producción de radicales libres en el corazón y la acumulación de metabolitos de fármacos. Su cardiotoxicidad suele manifestarse por cambios electrocardiográficos (especialmente cambios de frecuencia en el síndrome QRS) y también ocurren arritmias y su insuficiencia cardíaca inducida (que a veces tardan años en manifestarse); La toxicidad se relaciona principalmente con la dosis acumulada a lo largo de la vida del paciente. Por lo tanto, durante el tratamiento, los médicos calcularán la dosis de por vida aplicable en función del tipo de medicamento y la condición del paciente. Cuando se alcanza el límite superior de dosis, generalmente suspenden la antraciclina (o reestiman el límite superior).

Los estudios han demostrado que la probabilidad de insuficiencia cardíaca causada por las antraciclinas no sólo está relacionada con la dosis, sino que también aumenta con el tiempo después del tratamiento: de 2 después de 2 años a 5 después de 15 años.

Además de mantenerse por debajo del límite superior de dosis acumulada, los oncólogos utilizan muchos otros métodos para reducir la cardiotoxicidad. En general, los médicos recomendarán un chequeo cardíaco 3, 6 o 9 meses después de la quimioterapia. Además, las medidas cardioprotectoras incluyen el uso de dextropropanina como quimioterapia adyuvante, el uso de fármacos liposomales y el uso de infusión intravenosa continua:

La dexterimida es un agente cardioprotector que puede reducir el número de radicales libres producidos por antraciclinas mediante quelación competitiva de iones de hierro. Los estudios muestran que puede reducir la incidencia de cardiotoxicidad en aproximadamente dos tercios sin afectar la eficacia de la quimioterapia ni la supervivencia general.

En comparación con las antraciclinas comunes, los fármacos liposomales transportan cantidades más pequeñas al corazón y, por tanto, son menos tóxicos.

La infusión intravenosa continua puede reducir la concentración máxima del fármaco en el corazón (especialmente en el ventrículo izquierdo).